Después de mucho preparar e intentado evitar en todo lo posible el calor, el día D a la hora H arrancamos nuestra querida AC para ir en busca del fresco. Llevamos ya mucho tiempo preparando el viaje en nuestras cabezas, y ese gusanillo que se mete en la barriga cuando sabes que estás a punto de hacer algo importante estaba presente. Sabíamos qué queríamos ver y hacer, pero no ni cómo ni en cuánto tiempo. Solo estábamos limitados a los 26 días que nos quedaban de vacaciones. Por delante, muchos kilómetros y mucho por conocer.
Como ya os pusimos en la entrada anterior, donde resumimos a grandes rasgos nuestro viaje, al final, la ruta que nos salió fue ésta:
En mente nuestro primer gran destino, Candás (Asturias). Eso suponía poco menos de 1000 km desde donde partimos. Teníamos claro que la subida tenía que ser en varios días y al ritmo que Bruno nos fuera marcando. No necesitábamos buscar hoteles, llevábamos el cama encima. No hacía falta buscar bares decentes para comer, llevábamos el mejor restaurante con nosotros -más casero imposible-. Que teníamos que parar a comer...comíamos. Que teníamos que parar a estirar las piernas...parábamos y dábamos una vuelta por nuestra nueva, irrepetible e improvisada terraza. Que teníamos que parar a dormir...buscábamos un aparcamiento decente y al sobre. Esto son algunas de las ventajas de convertirse en caracol.
Con éstas, el primer día, como salimos tarde para así evitar las peores horas del medio día, nos dio para hacer unos 300 km y llegar a la provincia de Cuenca. Más concretamente a Honrubia, plaza fuerte de parada en la A3. No nos gusta parar en las áreas de descanso de las autovías -las evitamos por la noche a toda costa por cuestiones de seguridad-. Por eso, nos adentramos en el pueblo y tras un par de vueltas nos colocamos en la misma plaza del ayuntamiento (punto 2 en el mapa de la ruta), que para esas horas de la noche estaba bastante ambientada de locos bajitos, a los que Bruno se apuntó rápidamente.
La noche fue tranquila cuando la chiquillería desapareció y al día siguiente primera grata sorpresa: ¡¡somos vecinos de una churrería portátil!!
Nuestra AC de vecina con otra furgochurrería.
Esta oportunidad no sabíamos si la tendríamos otra vez en el viaje, así que no se podía desaprovechar. Desayuno con churros -mejor que con diamantes-, paseíto de rigor por el pueblo -que no tiene gran cosa, la verdad, la plaza donde estábamos y poco más-, primeras compras del viaje y a las 10 otra vez en ruta.
Plaza del Ayuntamiento de Honrubia.
Siguiente miniobjetivo, León. Entremedias, paramos a echar gasolina en Arganda del Rey antes de llegar a Madrid. Con respecto al consumo de gasolina de la AC y otros gastos, estamos preparando una entrada específica sobre ello, ya que hemos ido apuntando todos los gastos que hemos tenido, y nos hemos sorprendido de lo que realmente nos hemos ahorrado viajando en autocaravana. Ya os adelantamos que el ahorro total ha sido de aproximadamente el 50% con respecto a si el viaje lo hubiéramos hecho en coche, por lo que otra ventaja más que añadir al hecho de viajar en AC. Es cierto que se gasta más en gasolina, pero compensa con respecto a lo que te ahorras en alojamiento y comer fuera. Y por supuesto, lo a gusto que viajas en tu propia casa.
Tras pasar Madrid por los túneles de la M30 -por cierto, vaya pasada de obra de ingeniería-, tomamos la A6 dirección La Coruña. No somos muy amantes de pagar autopistas de peaje, pero tras pasar Madrid está la opción de cruzar el puerto de Guadarrama por la nacional o pagar peaje y cruzar la Sierra de Guadarrama por túnel. Y tenemos que decir que en este caso compensa, ya que ese tramo de nacional lo hemos hecho otras veces en coche y es un infierno de camiones y curvas. El ahorro de tiempo y gasolina compensa los 12 € que cuesta el peaje.
A medio día el calor ya pegaba fuerte así que decidimos buscar una piscina donde poder remojarnos. El pueblo que teníamos más cerca y sin desviarnos demasiado era Arévalo, en Ávila (punto 3 en el mapa de la ruta). Sin dudarlo, preguntamos por la piscina municipal a un lugareño, aparcamos por las inmediaciones y con la comida de casa, allá que nos fuimos a pasar la tarde fresquitos.
Baño, cerveza helada, comida casera, gazpacho, Bruno dormido... ¿qué más se puede pedir?
Tras dar tiempo a digerir tanto manjar, aprovechamos que teníamos la ducha incluida en el precio y para media tarde ya estábamos camino de León. Esta espléndida ciudad ya la conocemos, por lo que dejaríamos para otra ocasión volver a visitarla. Lo que sí nos interesaba era que tenía área de AC (punto 4 en el mapa de la ruta). Sabíamos que era gratuita y que tenía servicios de llenado y vaciado, pero íbamos un poco moscas porque las plazas reservadas para aparcar autocaravanas eran pocas. El resto de plazas del parking eran de pago y por lo visto bastante controladas. Al final, cuando llegamos, tuvimos suerte y encontramos la única plaza de las reservadas para AC que quedaba libre de las 10 que había.
Área AC León.
Área correcta, tranquila, con un parque infantil al lado y no muy alejada del centro. El único "pero" que le vimos fue que los servicios de llenado de agua y vaciado de negras no están muy accesibles que digamos. Para el primero hay que levantar una arqueta en el suelo donde se encuentra la correspondiente toma de agua -tiene un pase-, pero para vaciar el váter químico la cosa se complica. Para empezar la tapa de la arqueta es como una de las que se encuentran por la calle -pesa lo suyo, y cuesta levantarla como no sea con un gancho-. Pero lo peor es que se encuentra fuera del aparcamiento, en mitad de la cera, por donde está pasando toda la gente mientras tú estás metido en faena -no es lo más apropiado, la verdad-.
El que pensó esto, no pasea mucho por aquí.
Así que al día siguiente, le hicimos un completo a la AC (vaciado de aguas grises y negras y llenado de agua limpia), y tras comprar algunas cosas del día a día en el Mercadona de enfrente, carretera y manta para Asturias. Pero ésa ya es otra historia...
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